¿Dónde está la botella?
Estoy en el supermercado, atrapado como un autista entre latas y condimentos asiáticos. Busco desesperadamente una “pequeña” botella verde muy especial: ¡wasabi! Mis escrutinios ojos han escaneado cuidadosamente el estante que está delante de mí, centímetro por centímetro hasta desgastar la mirada, pero nada que hacer: ¡no la veo! Y por lo tanto sigo en la sección correcta, ¡¡debería estar allí!! Sin duda un tendero la escondió a propósito, por razones oscuras indescriptible…
¡Muy bien, Plan B!
Busco ahora a un vendedor (¡no estoy seguro de que esto sea más fácil!) … Pillo a uno, acurrucado «excavando» la sección de champús, el brazo derecho metido en las profundidades insospechadas de un estante. Cuando le pregunto si él es el bromista que escondió el wasabi, se levanta y se apresura con la cabeza agachada a “mi” sección. ¡Sin esfuerzo, tiende su mano y extrae la pequeña botella de wasabi!
¡Quedar como un tonto!
Traicionando el autodominio del vendedor impasible, una pequeña sonrisa se dibuja a un lado de su rostro. La sonrisita es lo suficientemente perceptible como para causar una leve rotación de sus ojos… Yo, que pensaba recibir una medalla de justiciero por haber notado la desaparición del preciado producto, estoy aquí, sintiéndome estúpido.
El envase
Si no lo vi es porque hay una buena razón: ¡el artículo ahora tiene un nuevo envase que no tenía antes! Y mi memoria tenía una imagen mental precisa de esa botella que no correspondía con la realidad.
Al final, no es la forma de esta maldita botella (Oh sí, es bonita y blablabla…) que me interesa… sino de saborear el producto que contiene, ¡¿no?!
¡¿No viste a Dios?!
¡Le pediste sinceramente a Dios que te muestre que Él existe ¡ O sea, una señal !…
Entonces estoy casi seguro de que lo hizo: Piensa en mi historia de wasabi… tienes que aceptar que Él es distinto de lo que te imaginas ¡(incluso si tu concepción de lo divino es muy bonita)!
Y si has orado para recibir una cualquier cosa… pero no hubo nada..
Mmmmm… Wasabi, man, WASABI!!